Para conseguir dicho objetivo, la ataraxia, debemos reducir nuestros deseos y nuestras necesidades a lo indispensable, con el fin de alcanzar la autosuficiencia y evitar todas las preocupaciones e inquietudes que nacen en el alma cuando deseamos poseer o disfrutar aquello que no tenemos o que nos cuesta trabajo y sufrimiento alcanzar. En realidad, el ser humano necesita muy pocas cosas para ser feliz, pues sus verdaderas necesidades son escasas: comida, vestido, calzado, un techo en el que cobijarse y afecto sincero.
Está claro, no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita.
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