viernes, 8 de octubre de 2010

Libertad

Cuando somos adolescentes, nuestros padres (la mayoría de ellos, al menos) solían imponernos una hora límite para llegar a casa por las noches, algunos días más, otros menos, por ciertas razones.
Acaba llegando siempre el día en que sobrepasas con creces tu hora de llegada, por la razón que sea, y sin haber avisado, haya sido porque se te haya olvidado, porque te resultaba imposible hacerlo, por lo que sea, y a continuación de esto, la típica charla-sermón en la que tus padres sueltan cosas tales como: ¿cuántas veces te hemos dicho que si vas a llegar tarde, avises?, no mereces la libertad que te hemos dado, ... pero... me pregunto: ¿hay que merecer la libertad? ¿Alguien ha de darte la libertad? ¿No era la libertad algo esencial al ser humano? ¿No nos habían dicho tantas veces aquello de que todos los seres humanos nacemos libres e iguales?
Después de muchas preguntas como estas, sólo se llega a la conclusión de que nadie es libre, pues, ¿quién no depende en alguna medida de otros?, ¿quién no tiene que someterse a alguna autoridad?, ¿quién no tiene obligaciones de algún tipo? Nadie viviendo en sociedad es autosuficiente y se solventa la vida él solito. Sólo para poder comer pan hace falta un agricultor que cultive el trigo, alguien que compre ese trigo y lo lleve a algún sitio donde éste pueda molerse y ser convertido en harina, y alguien que compre la harina y haga pan a partir de ella. No digamos nada del resto de cosas que necesitamos: comida, ropa, casa, ... todos dependemos de muchísima gente. Además, toda persona tiene obligaciones de algún tipo dentro de la sociedad en la que vive; ha de hacer un trabajo con el que obtiene el dinero que necesita para vivir y con el que hace algún servicio a los demás, que encima también supone muchas obligaciones: cumplir un horario, obedecer unas órdenes de alguien, hacer algunas cosas que no nos gusta o no nos apetece hacer en un momento determinado, etc.
En verdad, pensándolo mejor, deberíamos decir que los que son realmente libres son los animales. Naturalmente, no los perros ni los gatos que tenemos en casa, o el típico canario en la jaula, el cual es esclavo de un esclavo, sino los animales salvajes, aquellos que decimos que "viven en libertad". Ellos no tienen relaciones de dependencia una vez que son adultos, ni de autoridad, ni obligaciones sociales o, por lo menos, no tan complicadas como las nuestras. Joder, ahora que lo pienso, ¡ellos sí que son libres!.


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